El libro de los libros del Chilam Balam es un texto que se ve relacionado con la mitología y la religión maya, que era algo muy influyente en sus vidas.
Para los mayas, los Dioses escribían en el cosmos la historia y el porvenir del mundo, y gracias a su capacidad sensible lograron descifrar este lenguaje que usaban los Dioses. Así, conocieron el poder de la palabra y la seducción de las texturas, y dejaron también su testimonio en la Tierra; a través de una escritura que es profunda, mística, y está poblada de imágenes de fuerte carga simbólica.
Chilam significa "el que es boca"; es decir, el que profetiza; los Chilames eran los sacerdotes que interpretaban los libros antiguos para extraer de ellos profecías, el conocimiento de los hechos futuros. Para los Mayas, el arte de profetizar era posible porque creían que el tiempo era una sucesión de ciclos cósmicos y que los acontecimientos, dependiendo de estos ciclos, podían repetirse. Así, a los Chilames se les consideraba intérpretes de los mensajes de los Dioses.
Balam significa "jaguar" o "brujo", y es, en realidad, un nombre de familia. Se dice que Chilam Balam fue un taumaturgo, un sacerdote del pueblo de Maní que vivió poco antes de la Conquista y que tenía gran reputación como profeta. Cuentan que junto con otros sacerdotes, llamados Napuctun, Al Kauil Chel, Nahau Pech y Natzin Yubun Chan, predijo la llegada de una nueva religión; tras la Conquista, esto se interpretó como un aviso de la llegada de los españoles y del cristianismo.
Generalmente, las profecías se encuentran en los Libros Sagrados; de ahí derivó el llamarles genéricamente Chilam Balames. Cada poblado escribió su propio libro, por lo que existen Chilam Balames de numerosas poblaciones; entre ellas: Maní, Tizimín, Chumayel, Kahua, Ixil, Tekax, Nah y Tusik.
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